El sistema para controlar enjambres de drones y atacar a varios objetivos a la vez

Los drones o vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) siguen ganando terreno como uno de los sistemas más decisivos en conflictos como el que enfrenta desde el pasado febrero a Ucrania y Rusia. Allí se han podido ver drones de espionaje convertidos en misiles, aeronaves no tripuladas ejerciendo de kamikazes y diminutos dispositivos casi imposibles de detectar. La siguiente evolución, que ya ensayan potencias armamentísticas como China y EEUU y países como España, es la de los enjambres de drones, que pueden ser mucho más letales por una simple cuestión de número u operar para confundir al enemigo.

Esta tecnología, que también tiene aplicaciones civiles como la reforestación tras un incendio, la exploración espacial o la construcción, suele basarse en plataformas autónomas que trabajan sobre una misión diseñada previamente con un único objetivo, como por ejemplo, confundir los radares y sistemas de detección de amenazas de un buque de guerra.

Sin embargo, los ingenieros especialistas en el campo de los vehículos aéreos no tripulados llevaban tiempo buscando maneras para utilizar un mismo enjambre de drones asignando sobre la marcha distintos objetivos. Es lo que ha conseguido la empresa letona de drones Atlas Aeroespace con MESH (que significa 'malla'), un sustancial avance en la tecnología y los estándares de vuelo puesto a prueba por primera por el ejército británcio esta misma semana. 

Una red de drones
"Esto añade escala y complejidad, ya que cada dron puede llevar a cabo una tarea independiente", afirmó el sargento Arthur Dawe, oficial al mando de la Unidad de Pruebas y Desarrollo de Infantería (ITDU) del Army británico, en un comunicado de prensa de Atlas Aerospace. "Se trata de un verdadero amplificador [de nuestras capacidades] que añade protección, inteligencia, vigilancia y reconocimiento. La intención de cara al futuro es añadir la posibilidad de ataques de precisión. Esto no sólo nos ayudará a apuntar mejor, sino también a atacar, haciéndonos más letales a distancia", dijo Dawe.

MESH permite a un operador controlar varios drones AtlasPro a la vez desde un único mando a control remoto integrado en una tablet rugerizada. Así, a través de ese dispositivo, se pueden asignar tareas individuales a cinco drones distintos de manera simultánea. La idea de Atlas y del propio ejército británico es que el sistema pueda ampliarse hasta los 12, 30 o incluso 50 drones, en enjambres cada vez más variados y versátiles, que también incluyan varios tipos de plataformas aéreas y terrestres de mayor tamaño. 

Para poner a prueba las capacidades de MESH, se ensayaron dos escenarios: proporcionar vigilancia las 24 horas del día en torno a un lugar específico y ofrecer comunicaciones cifradas en una zona concreta. El encargado de operar el enjambre, el teniente coronel Kai Webb, se mostó convencido de que "este tipo de tecnología será de gran ayuda cuando se extienda a las unidades [en servicio]".

El siguiente paso, según Ivan Tolchinsky, director general de Atlas Aerospace, es "crear sistemas con inteligencia artificial que sean totalmente autónomos. No será necesario gestionar el sistema, sino sólo crear la misión para MESH". De esa forma, no será necesario un operador para gestionar las órdenes in situ, sino establecer previamente unos objetivos y realizar una labor de supervisión mientras los dipositivos operan de manera automatizada.

Mil drones al ataque
MESH supondría un salto cualitativo en el despliegue y utilización de los enjambres de drones, con los que las potencias militares como EEUU o Israel llevan ensayando desde hace años pero que todavía no han desplegado todo su potencial en el campo de batalla.

Por ejemplo, la empresa militar española Escribano cuenta con un enjambre "único en la Unión Europea" denominado LISS, desarrollado íntegramente en Alcalá de Henares. Se trata de un sistema diseñado para que los UAV elijan sus propias rutas o asignen el número de drones necesario para cumplir una misión encomendada con la carga útil adecuada. Así, LISS es capaz de asignar recursos de manera autónoma según cómo vayan evolucionando las misiones.

Para las situaciones que impliquen un ataque, primero se realiza el reconocimiento de una zona para encontrar el objetivo marcado por el comandante de misión. Una vez localizado, el propio dron se convierte en un proyectil e impactará contra el blanco designado.
Así, el enjambre de drones adquiere la información y el sistema LISS puede asignar misiones específicas para algunos elementos. Para ello, los drones cuentan con cámaras electroópticas e infrarrojas capaces de detectar y seguir a los objetivos, funcionando como un solo cerebro con muchos ojos.

El crecimiento de las capacidades de estos enjambres es exponencial, y desde EEUU ya se habla de enjambres de hasta 1.000 drones. Desde 2017, DARPA, la agencia estadounidense especializada en desarrollar las tecnologías militares más innovadoras, ha llevado a cabo al menos seis experimentos de campo como parte de su programa Offensive Swarm-Enabled Tactics (OFFSET).

Una de esas pruebas incluyó el uso de 100 drones, "pero incluso eso realmente no se ajusta a los números que tenemos en mente", aseguró Kenneth Plaks, director de la Oficina de Tecnología Estratégica de la agencia, durante una conferencia de prensa el pasado mes de abril. "Al tener 1.000 cosas diferentes que pueden alcanzar un objetivo, ¿cómo te defiendes?", se preguntó. "Si intentas defenderlos a todos, vas a gastar todos tus recursos en la primera andanada y después no te quedará nada".


Otra iniciativa de DARPA, el programa System-of-Systems Enhanced Small Unit (SESU), desplegó un enjambre de drones contra objetivos ficticios en un campo de pruebas en Arizona. "Dividieron el espacio aéreo de forma autónoma, encontraron un objetivo y avisaron por radio. Y luego lanzamos otro dron con un buscador autónomo". Ese dispositivo fue capaz de volar sin coordenadas GPS, utilizando únicamente referencias visuales en el suelo para seguir la trayectoria de vuelo adecuada. De esta manera, consiguió localizar de forma autónoma el objetivo designado y lo destruyó, con un desvío en el blanco de solo 30 centímetros.

A la par que estos sistemas, también se desarrollan otros precisamente para contrarrestarlos, como el escudo Leonidas del fabricante Epirus, un sistema defensivo que utiliza pulsos de radiación en el espectro de las microondas para desactivar electrónicamente a los drones. En una demostración llevada a cabo en 2021, el escudo logró desactivar los 66 drones que volaban en su entorno.  


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