Durante el mes de septiembre, Noruega y Dinamarca han detectado la presencia de drones submarinos no identificados cerca de instalaciones energéticas
La tecnología de los robots submarinos se ha desarrollado de manera notable en los últimos años y es factible utilizarlos en sabotages
Varios países han incrementado la vigilancia en su red de gasoductos, pero es casi imposible asegurar la seguridad de miles de kilómetros
Las sospechas se extienden bajo el mar después de las fugas masivas en el sistema de gasoductos Nord Stream. Nadie se cree que haya sido un accidente y el interés se ha centrado en la tecnología capaz de sabotear estas infraestructuras sin ser detectado. Robots y drones submarinos, que han protagonizado una revolución en el tendido de estas autopistas de la energía en los últimos años, han alcanzado tal desarrollo que también pueden servir como instrumento para poner en jaque la seguridad de los gasoductos que nutren, como arterias, la actividad económica europea.
“Es que no ha habido un problema con uno de los gasoductos. Han sido varios problemas a la vez en varios puntos. No se ha tratado de un incidente aislado”, afirma desde Noruega el ingeniero de caminos español Juan Barrera, con experiencia en la construcción de gasoductos. Explica que que algo así es improbable que pase por accidente. Las tuberías están hechas de acero y una capa entre 4 y 15 centímetros de hormigón, soportan presiones y corrientes marinas y en los lugares donde hay mayor actividad pesquera o riesgo de incidentes se protegen con rocas o se entierran en zanjas.
Los sismógrafos detectaron varias explosiones. Al menos dos de ellas tuvieron una potencia equivalente a "cientos de kilos de explosivos", según los gobiernos de Suecia y Dinamarca. Rusia y los países de la OTAN cruzan acusaciones. En este momento no hay pistas sobre quién causó las explosiones, pero sí se han formulado sospechas sobre qué pudo causarlas.
¿Submarinistas de élite?
Rusia podría haber atacado la infraestructura con miembros de su equipo de investigación en aguas profundas, conocido como GUGI, adscrito directamente al ministerio de Defensa. Cuentan con buques-espía y submarinos especializados para operar a produnidades extremas. En un accidente de un minisubmarino de GUGI en 2019 murieron 14 personas, todos oficiales, lo que da una idea de la naturaleza especializada de su trabajo.
Sin embargo, expertos navales citados por The Economist descartan esta hipótesis porque el área habitual de trabajo del GUGI no es el mar Báltico y muy probablemente habrían sido detectados por la OTAN al atravesar el estrecho que conduce hasta las aguas donde se han registrado las explosiones. A Rusia le habría resultado más sencillo desplegar pequeños drones operados por control remoto.
Los servicios de inteligencia occidentales estiman que Rusia lleva trabajando desde 2018 en 17 proyectos de drones submarinos, según el semanario británico. Un barco camuflado como mercante podría lanzar discretamente un dron con un tropedo o una mina que se detornaría por remoto días o semanas después. La red sísmica de Suecia detectó una primera explosión el lunes 26 a las 2:03 de la madrugada y otra a las 19:03 en la zona donde posteriormente aparecieron las fugas.
Noruega, rival de Rusia en el suministro de energía, ha reforzado la seguridad con militares después de detectar a lo largo de septiembre drones no identificados en sus aguas. Dinamarca, Finlandia y Polonia también han incrementado la vigilancia. La compañía francesa TotalEnergíes avisaba este jueves de la "actividad no autorizada de drones" cerca sus instalaciones en aguas danesas del Mar del Norte. Hablamos de un escenario que va más allá del Báltico. Incluso Italia está vigilando sus gasoductos en el Mediterráneo.
Cómo proteger de los drones miles de kilómetros de "autopistas de la energía"?
"La dificultad principal —comenta Juan Barrera— es que son infraestructuras larguísimas. Es difícil controlar la seguridad de esa red de autopistas de un sabotaje y más ahora con el desarrollo de la tecnología. Antes sólo se podía operar bajo el mar con buzos, pero se han desarrollado robots con los que hemos llegado a instalar gasoductos a 900 metros de profundidad".
Se refiera a dos tipos de vehículos que se han desarrollado mucho en las últimas décadas.
Los ROV (Vehículo Operado Remotamente, por sus siglas en inglés), que pueden ser pilotados a distancia. Por ejemplo, la empresa Saipem, una de las constructoras del Nord Stream, tiene un modelo con un radio de acción de 10 kilómetros y que puede estar un año entero de manera ininterrumpida bajo el agua.
Los AUV (Vehículo Submarino Autónomo), que no necesitan un operador humano. Se pueden programar para realizar una tarea y volver al lugar que se les indique. Mal comparado, imaginen una Roomba en el fondo del mar.
En estos momentos es factible utilizar uno de estos dispositivos para que coloque una carga explosiva en una tubería. Las sospechas sobre la visitas furtivas de posibles minisubmarinos rusos han sido noticia en los últimos años. Sucedió por ejemplo en 2014, 2017 y 2018 en Suecia. Al realizar diferentes trabajos de batimetrías para topografiar el fondo marino, se detectaron objetos sospechosos. Los drones serían aún más difíciles de detectar y hay miles y miles de kilómetros de tuberías que vigilar.
Una cuestión estratégica en el siglo XXI
"No puedes puedes poner guardias en cada kilómetro de tendido submarino. Así que la cuestión es: ¿puedes evitar un ataque?", ha comentado en Politico el investigador del Instituto Finés de Asuntos Internacionales, Charly Salonius-Pasternak, en una idea de la que se hace eco también el ministro letón de Asuntos Exteriores, Edgars Rinkēvičs: "La OTAN tiene una política sobre ataques híbridos e infraestructuras críticas. Ahora necesitamos saber si está actualizada". Los avances tecnológicos van cambiado esta partida estratégica, que se puede aplicar a oleoductos y otras redes de energía o de información.
Antiguos responsables del BND, el servicio federal de inteligencia de Alemania, han contado en el diario Welt que los drones figuran entre las principales hipótesis en el caso del Nord Stream. El exdirector del BND Gerhard Schindler apunta a Rusia. Cree que le benefician las fugas en el Nord Stream porque permite a Moscú cortar el suministro sin arriesgarse a incurrir en un incumplimiento de sus contratos con países europeos. Hará falta esperar a que se pueda inspeccionar los tramos afectados. Para eso es necesario que deje de salir gas y no haya presión en el conducto, algo que se prevé para este sábado. La revisión queda en principio a cargo del dueño de la infraestructura, que en última instancia es el monopolio ruso Gazprom.
La reparación, cuestión de dinero
Las inspecciones permitirán saber el alcance del daño que ha sufrido la infraestructura. De eso dependerá la complejidad de la operación. Puede llegar a ser muy costosa, pero no imposible. "La reparación de gasoductos es un tema que todas las empresas contemplan y tienen planes de contingencia", apunta Barrera. Cita el caso de Noruega, que tiene un equipo preparado para actuar en cualquier tipo de emergencias de este tipo.
Como los gasoductos son infraestructuras estratégicas, Noruega creó en 1987 el Consorcio de Intervención Submarina y Reparación. "Es como una póliza de seguros. No quieres gastarte el dinero en estas cosas, pero el día que las neesitas, quieres que funcionen", comentaba el administrador de la organización, Jan Olav Berge, a Offshore Engineer en 2020. Por eso la empresa estatal Equinor mantiene a un equipo de personas entrenadas y preparadas en todo momento. Presumen de ser los mejores del mundo. Nord Stream sólo tendría que pedirles ayuda.
Comentarios
Publicar un comentario